
Las prácticas turísticas, se basan en el disfrute de recursos y paisajes naturales y culturales, y de un clima concreto. En este sentido, el cambio climático afecta especialmente a destinos como los costeros; el 75% de las mega ciudades en el mundo se sitúan en zonas costeras (UNESCO, 2024), donde edificios e infraestructuras más próximos a la orilla del mar, están sufriendo intensamente el efecto de la continua subida del nivel del mar, violentas tormentas y huracanes cada vez más fuertes y frecuentes. Al verse afectado el patrimonio, se puede alterar la elección de destino por parte de los viajeros, y el momento de su viaje; desde luego, también la calidad de su experiencia.
Desde hace algunos años, se asume que el turismo tiene un impacto significativo y creciente en la emergencia climática, de hecho, es responsable de alrededor del 8% de las emisiones mundiales totales de GEI actualmente (Nature Climate Change, 2018).
Según la OMT, los 1.400 millones de turistas que se desplazaron por el mundo antes de la pandemia, generaron 665 millones de toneladas de CO2, esto convierte al transporte en la principal fuente de emisión del turismo, representando casi la mitad de los GEI emitidos por el sector, sobre todo en aviación. Le siguen el alojamiento, la restauración, el consumo y, por último, las actividades, servicios, y las infraestructuras turísticas, que también desempeñan un papel clave en la emisión de GEI.
Se debe tomar en cuenta que las buenas prácticas y retos propuestos para mitigar el cambio climático y adaptarse a él, ayudarán al sector turístico a cumplir los objetivos del Acuerdo de París. En este contexto, las principales compañías mundiales de cruceros están desarrollando nuevos motores basados en biocombustible e hidrógeno, con el fin de sustituir progresivamente a los carburantes tradicionales, basados en combustibles fósiles. Además, las principales aerolíneas de todo el mundo, están investigando cómo incrementar el uso de SAF (Combustible de Aviación Sostenible), aumentando el número de aviones y motores capaces de utilizarlo.
Numerosos destinos de todo el mundo están haciendo un gran esfuerzo por establecer sistemas de transporte urbano eléctrico, puntos de recarga, bicicletas urbanas, entre otros, con el objetivo de facilitar la movilidad de bajo impacto, y las opciones de viaje con bajas emisiones de carbono a los clientes finales y a los touroperadores. La potenciación del tren como medio de transporte para viajes urbanos y escapadas cortas, también forma parte de las medidas que se toman para disminuir la huella de carbono generada por el transporte turístico.
La reducción del impacto negativo, consiste en una combinación de educación y sensibilización turística, normativa, accesibilidad y regulación de precios, facilitando al mismo tiempo la redistribución geográfica de los visitantes, desde las grandes ciudades y destinos costeros, hacia las zonas rurales y semiurbanas.
¿Cómo educar a los turistas para viajar de manera responsable?
- Fomentando el slow travel: Este movimiento tiene como objetivo reducir el impacto climático directo de la movilidad como parte de los productos turísticos, aumentando el interés por los viajes de proximidad y nacionales, desarrollando las zonas rurales y semiurbanas de los grandes países turísticos.
- Impulsando el turismo sostenible: Por ejemplo, Ecobnb es una plataforma que promueve una red de servicios que desarrollan un turismo de respeto hacia la naturaleza, la economía y las comunidades locales.
- Facilitando calculadoras de carbono sencillas y accesibles para que los turistas puedan medir su huella: Es importante que los clientes conozcan al principio de su viaje las emisiones de carbono que genera un viaje estándar, también las medidas adecuadas y realistas que pueden tomar para reducirlas, y el resultado de la reducción conseguida al final de su viaje.
- Asegurándose de que los turistas conozcan formas de impactar positivamente: consumo de alimentos locales, reducción de envases plásticos, eliminación de botellas de un solo uso, ecodiseño y economía circular, reducción de residuos alimentarios y gestión energética. El sector turístico está tomando estas medidas alrededor del mundo, para convertirse en una industria más respetuosa con el clima, reduciendo su huella de carbono a lo largo de toda la cadena de suministro y de valor.
- Cambiando la forma de percibir el turismo: viajar mejor, menos seguido, y más cerca, apoyando a la economía local. Esto no impide descubrir algún destino al otro lado del mundo, pero de forma excepcional, mucho menos frecuente y, sobre todo, durante más tiempo, potenciando su utilidad social.
Si bien el concepto de huella de carbono nos lleva a centrarnos en acciones individuales de bajo impacto, debemos mostrar y promocionar el potencial de viajar con bajas emisiones. Descubrir un destino en su totalidad, vivirlo, toma tiempo; pero la experiencia será mucho más placentera, auténtica, responsable, y lo convertirá en un viaje excepcional.
Apoyando las iniciativas ciudadanas sobre ciencia para involucrar a los turistas en la recopilación de datos valiosos para la investigación ambiental y los esfuerzos de conservación durante sus viajes.












